miércoles, 26 de enero de 2011

Protocolo viernes 21 de enero

Aquí les pongo el link de una nueva pagina que he creado para facilitar los trabajos e información de las clases
https://sites.google.com/site/iseephilosophy123/

FILOSOFÍA DEL HOMBRE
PROTOCOLO DE LA CLASE DEL VIERNES 21 DE ENERO

En la clase pasada, continuamos con la parte final del tema de la Dinámica tendencial humana, específicamente en el control intelectual-volitivo de los deseos o tendencias.
Los deseos y tendencias, en cuanto principiados también por la intimidad subjetiva pueden ser vividos autoconsciente, a lo que es lo mismo personalmente. Hay un modo personal de vivir la propia nutrición, la propia sexualidad, etc.
Que las funciones nutritivas, sexuales, perceptivas, valorativas, motoras, etc. tengan que ser aprendidas, queden desarrolladas y consolidadas en forma de hábitos, no significa que queden desplazadas.
La articulación entre deseos e impulsos y razón y voluntad es del tipo de lo que Aristóteles llamó dominio político en contra posición al dominio despótico; que es el de la voluntad sobre el sistema muscular-motor ya consolidado por hábitos. Puesto que los deseos e impulsos cuando se sienten, no porque se quiera dejar de sentirlos desaparecen.
Los deseos e impulsos tienen una cierta autonomía con  respecto a las facultades superiores. El dominio despótico no sólo se opone al dominio político si no a lo que la tradición cristianas se ha llamado aceptación de sí mismo.
La intimidad subjetiva educa a las tendencias, de aquí que resulta el carácter de un hombre o su falta de carácter si tal acción ha sido débil insuficiente o nula.
Que el hombre no tienen instintos en sentido propio quiere decir que tiene hábitos, y, por ello, en él hay trabajo, técnica, arte, lenguaje, ciencia, derecho, moral, es decir cultura e historia y por ello se dice que es espíritu, que trasciende la historia porque es más radical, más principal que ella en cuanto que la fundamenta.
En otro aspecto también analizamos la dinámica biológica y eticidad.
Esto significa que el viviente logra sus fines de desarrollarse, auto conservarse y reproducirse. Se podía hablar de una ética animal y de los fundamentos biológicos y genéticos de la ética humana. Según K. Lorenz, el decálogo está inscrito en el código genético de los animales. El problema de la inmoralidad humana surge porque la programación genética que regula el comportamiento animal está rota en el hombre, el hombre parece ser el único animal que manifiesta una agresividad intraespecífica, incontrolable y devastadora. Las ciencias sociales sostienen que las configuraciones socioculturales humanas surgen en virtud de normas para reprimir los instintos incontrolados y organizar la vida culturalmente es decir humanamente.
La ruptura de la regulación automática de la conducta humana no es una deficiencia si no la radicalización de la intimidad subjetiva al mismo nivel que la substancial, en virtud de la cual el conocimiento es también principio rector de todo el dinamismo tendencial. La inteligencia y la bondad dejan así de ser inconscientes para pasar a ser responsables, a depender de la libertad, que constituye el verdadero fundamento biológico de las normas morales. Tales normas en tanto que no son reguladores inconscientes si no reguladores conocidos, se llaman propiamente normas éticas, normas jurídicas y costumbres sociales. Las norma éticas no tienen inicialmente una función represiva de lo que es fuerte sin o por el contrario, encauzadora y fortalecedora de lo que es débil, por disperso e indeterminado. Lo que consiste en la adquisición de hábitos, y la virtud que significa etimológicamente fuerza.
En el siguiente tema estudiamos el tema Sentimiento, emociones y pasiones; la dinámica de la afectividad.
Como primer punto analizamos la Noción y clasificación de los afectos. Veíamos que el estudio de la afectividad presenta algunas dificultades, al grado de calificarlas como insuperables, ya que hablar de afectividad es hablar de un tema esencialmente subjetivo.
Si un afecto puede ser correctamente entendido sólo como lo que yo siento cuando estoy en determinado estado de ánimo, entonces su análisis objetivo parece imposible, no sólo por las diferencias individuales psicológicas si no por las diferencias culturales e históricas sociológicas.
Para la mayoría de los autores los sentimientos, afectos, emociones y pasiones, comprenden no sólo determinadas sensaciones, si no que implican ciertas alteraciones orgánicas, determinados deseos, etc. Por ejemplo, la ira no estriba sólo en ciertas sensaciones típicas, si no que quien se enfada por algo o con alguien, palidece o enrojece, se le enciende la mirada, aumenta el ritmo cardiaco, etc.
El problema que centra las discusiones actuales en torno a la afectividad es cómo se han de entender las relaciones entre tales factores. ¿Son relaciones lógicas y necesarias o contingentes y casuales? ¿Tienen todas las emociones un objeto? ¿Es el objeto la causa de la emoción? ¿Qué relación hay entre las sensaciones típicas de la emoción y la conducta?
En el ámbito más específicamente filosófico cabe un estudio tanto fenomenológico como metafísico de las emociones. Cronológicamente el enfoque metafísico de la afectividad es más antiguo, pues además de haber empapado la mentalidad contemporánea, está en la base del nacimiento de las investigaciones empíricas en biología y psicología.
a)      Las emociones como eventos mentales. Descartes adopta un punto de vista epistemológico. Las pasiones son algo que se siente, y que se siente de un modo infalible, pues no es posible sentir una pasión y equivocarse. Quien se siente triste, está triste. Las pasiones son, pues, aquellas percepciones que se refieren solamente al alma, cuyos efectos se sienten en el alma misma, y cuyas causas próximas desconocemos. Descartes define las pasiones como “las percepciones o los sentimientos o las emociones del alma, que se refieren particularmente a ella, y que son causadas, mantenidas y fortificadas por algún movimiento de los espíritus (animales)”.
De este modo,  como ha resumido Kenny, para Descartes, una emocione es un puro acontecimiento privado mental que es objeto de una inmediata e infalible conciencia espiritual. Está conectada de modo contingente con su manifestación en la conducta y con las alteraciones corporales, porque aunque se dude de la existencia del propio cuerpo no se puede dudar de la existencia mental, y está contingentemente conectada con su objeto.
La tesis general cartesiana que identifica  las emociones con eventos privados mentales, fue vigorosamente criticada por Wittgenstein al exponer la imposibilidad de un lenguaje privado. Si los nombres de las emociones adquieren su significado en una experiencia privada, entonces ni conocemos el significado que los demás otorgan a esas palabras, ni nosotros podemos usarlos porque en tal situación no es posible establecer criterios de un uso correcto de las palabras.
Por tanto y en contra del supuesto cartesiano, las conexiones entre la emoción y el objeto, y entre la emoción, los cambios corporales y la conducta no son meramente contingentes o causales, en el sentido nomológico, si no lógicas y necesarias.

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